sábado, 6 de septiembre de 2008

La princesa que no podía dormir


Hace muchos, muchos años, en un país lejano envuelto en bosques florados. en lo alto de la colina de un pueblo pequeño y humilde, vivía un pequeña princesita con sus padres y su perrito. La niña vivía en un gran palacio con cinco altas torres, que se alzaban hacia el cielo y ondeaban banderas que bailaban con el viento. La princesa de ojos verdes y cabellos castaños y lisos, tan finos como la seda, tenía un problema. Un gran problema que su mama no podía soportar más.


Al nacer, un hada oscura le predijo que no dormiría a menos que cada noche le contaran un cuento, pero ese cuento tenía que ser especial. Pasaron lo años y la princesita se convirtió en una bella joven y hermosa, pese a que aún no había podido conciliar el sueño ni una noche. Al palacio, por orden del rey, habían acudido los mejores bufones, trovadores y cuenta cuentos de las tierras más lejanas existentes. También habían pasaron príncipes y sirvientes, guardias y panaderos. Pero nadie conseguía el cuento perfecto que hiciera a la princesa cerrar sus ojos y dormir.


Una noche, cuando todo el mundo en el palacio dormía, la princesa que seguía sin poder cerrar sus ojos para descansar, abandonó su cama, triste, para perderse en el bosque. “Si no viviera en casa mama dejaría de llorar preocupándose por mi sueño” pensó la joven y comenzó a caminar por las callejuelas desiertas del pueblo. Pasó las murallas de piedra y se adentró en el bosque.Cuando llegó hasta el corazón del mismo, escuchó la música celestial y dulce que provenía de un laúd. Marie, la princesa, se acercó poco a poco hasta el lugar de donde venía el sonido y cuanto más se acercaba, la música cada vez se hacía más bella. Pero el laúd no estaba solo, lo acompañaba el sonido de una cancioncilla que parecía ser tocada para la luna. Marie decidió quedarse detrás de un arbusto para que el joven que cantaba y tocaba el laúd no la viera y parara de tocar.Pero el muchacho advertido por la luna, notó la presencia de la princesa y dejó de tocar. Puso su laúd en el suelo y se encaminó hacia el lugar donde Marie intentaba ocultarse. Sin mediar palabra ninguno de los dos, el joven tomó a la princesa en sus brazos y la llevó hasta el palacio en su corcel blanco, surcando el cielo. El noble caballero postró a la princesa en su cama y le besó la frente, mientras lo hacía los párpados de la princesa se cerraban poco a poco para dormí y así fue. Después de tantos años la princesa dormía. Cada noche la princesa era besada por la luna en la frente como lo había echo aquel joven desconocido. A los pocos días se supo la verdad en todo el reino, la princesa dormía y los trovadores anunciaban que,
“La princesa no necesitaba que le contaran un cuento, sino que necesita un cuento para contar. Su propio cuento de hadas”

2 comentarios:

Raúl dijo...

¿Como eres tan moñas? XD
Nah!! lindisimo, me gustó...

Y pa´ti? cuando el principe azul?

Anden18 dijo...

Yo no quiero principe azul, que como dice Inma... destiñen. Además yo soy de las que se quedan con el jardinero, el sirviente o el amo de llaves :P